viernes, 28 de febrero de 2014

Oniromancia



I

Anoche soñé con mi propia muerte. Un plano en picado. Yo de unos setenta y pico años, casi igual de blanco que ahora pero con algunos lunares más. Una frente calva. Una melena blanca por los hombros y una barba larga en la barbilla casi hasta la nuez. Blanca. Un taparrabos estilo cristiano. Modelo Jesucristo. Aunque no me llevaban en cruz. No sé quién me llevaba. Sólo veo sus cabezas. No reconozco a nadie. Sólo me reconozco a mi aunque nunca me haya visto así. Sólo reconozco mi muerte. La puerta de umbral en oscuridad por la que me van a introducir. No hay ningún otro tipo de plano. Plano secuencia en picado. Desde una grúa bien alta. No hay angular. La acción no sufre ningún corte. Es algo silencioso. Rápido.


II


Y al día siguiente soñé con Camboya. Con una ciudad en llamas. Con sus gentes en llamas. Con una selva en llamas. Con sus templos en llamas. Con mi pelo lacio y el tuyo rizoso quemándose. Y nuestros cuerpos rotos quemándose. Había un vértigo en todo ello. Todo era luz día. Todo era en movimiento. Muy cerca y muy corto. Desenfocado. Y todo era fuego negro. Que termina al corte cuando despierto. Quemándome.

















jueves, 13 de febrero de 2014

Los Predicadores




Han venido a hacer la reconquista. La reevangelización. Aunque la venganza no entre en los planes de Dios todo apunta a ello, a pesar de los quinientos años. Los predicadores han llegado. Nuestros curas están muertos. Y se hundirán en la tierra las próximas elecciones. Estos no intentan fingir ante la ley. Sólo existe la ley de Dios. Que por cierto, no contempla el trabajo infantil como delito. Ponen a sus hijos de cuatro años a repartir panfletos con la palabra Dios. Con la palabra Jesús. Con la palabra vida. Con la palabra HOMBRE. Pero no tienen tinta para el respeto, la libertad y los derechos, los mismos que ellos perdieron ante Dios y Castilla. Ni hueco para la palabra MUJER. Qué retorcida venganza. Matamos sus cuerpos, sus dioses y sus templos y les dimos lo nuestro, nuestro Dios, y nuestros cuerpos violadores dentro del gran salón. Y ahora que la visión del desprendimiento nos ha sido dada tras la racionalización del miedo, aquí están ellos. Los Predicadores. Primero en busca de los que escaparon con las venas abiertas. Y después nosotros. Los paganos que un día fuimos padres. Padres de las hogueras.