miércoles, 6 de agosto de 2014

Una tarde después

Creí que el acantilado estaba domesticado. Pero Creer y Domesticar son dos errores. El acantilado siempre se muestra ante tus pies atrayente y desafiante. Ella saltó primero. Y yo me quedé al filo. Al principio grité. Alcé mi mano como si pudiera alargarla por el vacío. Un tímido eco jugó con su cuerpo como si pudiera volver. Pero no volvió. O yo no pude verla. Porque me di media vuelta cansado ante el estropicio. El sonido del mar es un ahogo. El sur empeñado en el norte es una gran ola rota.

Ahora me visto para el invierno. Con mi propio sol interno. Sacudido por la arena, los juicios y las sentencias, desde la verdadera distancia. Regreso. Mi color es el negro. Mi sabor el rojo. Y vivo en un lugar azul. Mis vértebras siguen en guerra. 1985. Sueños de parias muertos a technicolor. Un único principio. Siempre el mismo superviviente. Atreverse no es una opción; es la única opción.





No hay comentarios:

Publicar un comentario