Estuve
tres días con fiebre. Llegué hasta los cuarenta grados. Pero no
conseguí delirar. Todo fue neutro. Había algo, algo como si fuera
de cualquiera. Dentro todo estaba frío a pesar del calor y los
sudores y los temblores. Como un prisionero. Pero no hubo
presentación ni pronunciamiento. Quizás la enfermedad, no fuera más
que otro engaño.
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