Aquellas que viajaron a su propia
oscuridad a través de vómitos y mentiras y decidieron quedarse
agarrados a la mano amiga de la ensoñación, aquellas que no
quisieron calmar y aceptar su estómago y volaron lejos de tierras en
tierras y mares y mares llenos de animales a punto de la extinción, dejando un
legado de silencio y dolor sobre cuerpos que dijeron amar para volver
con proclamas sobre el amor y la amistad con un velo interior
taponando con los sonidos del ego su lado oscuro, aquellas que lucen
vestidos con aberturas que no son más que otra forma de cerrar
heridas sin aguja esperando una especie de encantamiento a través
del ritual como en una tribu ancestral cuando no es más que una mala
comedia española sobre tablas podridas, aquellas con sus cuerpos
maltrechos y esclavizados ante la simulación de la sabiduría y la
madurez de la Nada que se embriagan ante la belleza que creen
profesar poniéndose en evidencia a través de las historias de las
demás aquellas a quienes envidian o simplemente ante las cuáles se
empequeñecen, aquellas expertas de lo humano y lo animal en un papel
o en un plato llenas de humo y alcohol aparentando que juegan a la
bondad animal cuando sus cuerpos hambrientos reclaman espinas saladas
para seguir alimentándose sin distinción de especies, aquellas que
ante todo reconocimiento ajeno y el propio disfraz persisten en
girarse ante su oscuro corazón y deciden autoproclamarse. Aquellas
personas.
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