Entre las cortezas
del frío
de máquinas
soviéticas
alimento del
progreso y el odio
de un pueblo árbol
firme ante el leñador
en un eterno
invierno
la Diosa Sol fue
olvidada
clavada en una cruz
pero las serpientes
aún reptan
aunque hayan sido
golpeadas y rechazadas
permanecen en la
tierra de los bosques
clavando miradas
ojos helados y
cristalinos
confusos expectantes
ante la estúpida
espalda lejos del bosque
ansiosa del brillo
del progreso
un fuego artificial
incapaz de mantener viva
la sangre del
Báltico.
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