En la cabaña del
miedo encerrado sin ventanas de luz natural. Detrás de una puerta
por la que no entré ni he salido nunca. A oscuras. Sólo. A veces
marcado por ráfagas de una luz artificial que no distingo de dónde
procede. Si existe un afuera. Un afuera que no sea de árboles y
cemento. Que no sea vuestro ni de vuestros residuos. Ruidos de
lamento y placer proyectados contra las paredes del miedo.
Ensanchándolas e inyectándolas. Vigas de un orden moral
golpeándolas. Arrastrando la cabaña hacia un agujero ficticio en un
centro terrenal. Lleno de excrementos y de mentiras. De excavadoras
con dientes de sangre. Que cortan el aire de tu cabaña. De tu
oscuridad alimentada a través del suero de la vida. El miedo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario