Una gran erupción solar va acabar con
todo este mundo. Con sus políticos y sus banqueros. Pero también
con sus médicos, profesores o arquitectos. Con sus albañiles. Con
sus cómicos. Con aquellos que son raíces muertas. Aquellos que
caerán tras la última rotación al abismo. Conciencia muerta
conciencia viva. Y tras el estallido la agonía se intentará
aferrar. A tu cuerpo. A tus tripas. Con sus sucias uñas escondidas
bajo unos guantes. Intentando llenarte con la gula de su silo. Que
arderá bajo el fuego. El fuego donde podrás arder para morir o
vivir. Con el que soltar tu grito ancestral y eterno. Con el que ser
uno. Hombre y juez de si mismo. Alejado de la autodestrucción. Del
tiempo del no tiempo. Con nuestra presencia infinita bajo el sol.
Con el pensamiento perdido. Levantando sobre las ruinas del silo el
gigante organismo. Alejado de virus y vacunas. Del control. De sus
torturas. Con un espíritu en sinergia. Brillante y eléctrico. Como el nuevo Sol.
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